lunes, 15 de febrero de 2016

Formacion de la luna

La historia de cómo se formó la Luna es, a grandes rasgos, bien conocida por los científicos. Hace unos 4.500 millones de años, un enorme objeto celeste, probablemente un proyecto de planeta llamado Theia, chocó violentamente contra la joven Tierra. Los restos que salieron despedidos de la colisión formaron una densa nube que, por las leyes de la gravedad, se fueron uniendo hasta dar forma a lo que hoy es nuestro único satélite natural. Hasta ahora, se creía que este choque a gran velocidad había sido lateral, en un ángulo de unos 45º o más. Sin embargo, un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha encontrado nuevas evidencias que sugieren que la embestida no fue de lado, sino frontal.
ASÍ ES UN CHOQUE DE ASTEROIDES
En 2014, un equipo de científicos alemanes publicaba en Science que la Luna también tiene su propia relación única de isótopos de oxígeno, diferente de la de la Tierra. La nueva investigación, en la que se han utilizado las técnicas más modernas para realizar las mediciones, encuentra que ese no es el caso. «No vemos ninguna diferencia entre los isótopos de oxígeno de la Tierra y los de la Luna; son indistinguibles», dice Edward Young, autor principal del nuevo estudio y profesor de geoquímica y cosmoquímica en UCLA.

El hecho de que las rocas de la Tierra y la Luna compartan firmas químicas es muy revelador, dice Young. Si la Tierra y Theia hubieran chocado en un golpe lateral, la gran mayoría de la Luna se habría hecho principalmente de Theia, así que nuestro mundo y la Luna deberían tener diferentes isótopos de oxígeno. Una colisión de frente, sin embargo, probablemente habría dado lugar a una composición química similar.

«Theia se mezcló a fondo tanto en la Tierra como en la Luna, y se dispersó entre ellos uniformemente», dice Young. «Esto explica por qué no vemos una firma diferente de Theia en la Luna en comparación con la Tierra». Theia, que no sobrevivió a la colisión, estaba creciendo y probablemente se habría convertido en un planeta si no se hubiera producido el fatal accidente. Algunos investigadores, entre ellos Young, creen que el protoplaneta era aproximadamente del mismo tamaño que la Tierra; otros estiman que era más pequeño, tal vez de similar a Marte.

lunes, 1 de febrero de 2016

El estilo de vida cambia nuestros cuerpos

Una investigación sobre la fuerza y la forma de los huesos de las extremidades inferiores muestra que, en los primeros 6.000 años de la agricultura, nuestros ancestros en Europa central se volvieron menos activos a medida que sus tareas se diversificaron y la tecnología mejoró. Esta disminución de la movilidad fue especialmente marcada en los hombres, hasta el punto de pasar de ser propia de un joven corredor a otro con perfil de sedentarismo.
Debido a que la estructura de los huesos humanos nos puede informar acerca de los estilos de vida de los individuos a los que pertenecen, pueden proporcionar valiosas pistas para los antropólogos biológicos que buscan en las culturas del pasado.

La investigación realizada por Alison Macintosh, una estudiante de doctorado en el Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Cambridge, muestra que después de la aparición de la agricultura en Europa Central alrededor del 5300 aC, los huesos de los humanos que vivían en las tierras fértiles del valle del río Danubio se volvieron cada vez menos fuertes, lo que apunta a una disminución de la movilidad y de la necesidad de carga.

George Gaylord Simpson


BIOGRAFÍA
Nació en Chicago, Illinois en 1902. Comenzó sus estudios universitarios en la Universidad de Colorado en 1918. En 1922 se trasladó a la Universidad Yale, donde obtuvo su licenciatura en 1923 y su doctorado en 1926, con una tesis sobre los mamíferos americanos del Mesozoico.



Después de una estancia postdoctoral en el Museo de Historia Natural de Londres, Simpson volvió a Estados Unidos en 1927 para integrarse al Museo Americano de Historia Natural. Allí siguió trabajando en los mamíferos del Mesozoico y del primer Cenozoico y participó en varias expediciones, especialmente a la Patagonia (1930-31, 1933-34) para el estudio de los mamíferos del Eoceno.



En 1942 se alistó en el ejército norteamericano, sirviendo en el norte de África y Europa Occidental hasta 1944. A su regreso a Estados Unidos fue ascendido a catedrático del departamento de Geología y Paleontología en el Museo Americano de Historia Natural, actividad que combinó con la de profesor de zoología en la Universidad de Columbia (1945-1959).



En 1959, obtuvo la cátedra Alexander Agassiz en el Museo de Zoología Comparada de la Universidad Harvard (1959-1967).


Finalmente, en 1967, se trasladó a Tucson, Arizona, como catedrático de Geología en la Universidad de Arizona, donde murió, el 6 de octubre de 1984.
OBRA

• Simpson fue uno de los primeros biólogos evolutivos interesado en fenómenos macroevolutivos como las tendencias evolutivas y o el paralelismo (biología).

• Una de las principales figuras en el surgimiento de la Teoría evolutiva sintética o neo-darwinista de síntesis durante la mitad del siglo XX.

• George Gaylord Simpson ayudó a definir la contribución especial hecha por la paleontología de vertebrados. Además aportó a la fusión de la selección natural darwiniana y la genética mendeliana con trabajos empíricos y teóricos, que culminó con su grandes obras de tempo y modo en la evolución y el significado de la evolución.

• Simpson sostuvo que la evolución de los mamíferos, como se ve en los restos fosilizados, encajan perfectamente con los nuevos mecanismos de la genética de poblaciones en estudio en ese momento. Él utilizó métodos matemáticos, para aclarar cómo la evolución se produjo en “reservas genética” en las poblaciones, y no en los miembros individuales de la población.

• Es importante destacar, que demostró, que diferencias en el registro fósil refleja períodos de cambios sustanciales en poblaciones pequeñas, dejando pocas evidencias fósiles. En otras ocasiones observó, que las tasas de cambio podría ser tan lentas y parecer casi inexistente.